Uso de matriz eléctrica limpia cae en Brasil

Solar y eólica crecen, pero las plantas térmicas hicieron que la generación limpia se redujera en 27 años, según la Federación de las Industrias del Estado de Minas Gerais

La matriz eléctrica predominantemente hidráulica dio a Brasil un lugar privilegiado en la carrera por la transición energética al situar al país entre los que son más limpios que aquellos que queman combustibles fósiles para el mismo fin.

Esta predominancia de la energía limpia, sin embargo, se ha reducido en los últimos años. Un estudio de la Fiemg (Federación de las Industrias del Estado de Minas Gerais) muestra una reducción del 97% al 89% en el porcentaje de fuentes consideradas limpias desde 1995.

CAPITÓLIO, MG 21-12-2022. Vista aérea de la hidroeléctrica de Furnas, Minas Gerais. Foto Joel silva / Folhapress-

El cambio en el gráfico de matrices cambia, reduciendo el porcentaje de energía limpia, según la Fiemg, debido al crecimiento de la participación de fuentes no renovables, principalmente de las plantas termoeléctricas a gas.

Las térmicas a carbón y diésel y las plantas nucleares también están entre las no renovables (esta última no se considera sucia). El porcentaje en relación con el total comienza a crecer en los años 1990 y tiene un pico a partir de 2010, llegando a superar el 20% del total. Estas fuentes se activan según la necesidad del sistema eléctrico.

En 2022, suman un 10,6%. La reducción de la proporción considerada limpia se registró a pesar del avance de otras fuentes, como solar, biomasa y eólica, que también ocuparon espacio en relación con la generación hidráulica, que llegó al 94,2% en 1995 y estaba en el 64% en 2022, según el análisis de la industria minera.

La representación de la industria está en campaña por la reanudación de la construcción de hidroeléctricas y ve disposición de parte del gobierno de Lula para volver a poner el asunto sobre la mesa. Para Flávio Roscoe, presidente de la Fiemg, las hidroeléctricas fueron "erróneamente demonizadas como si fueran nocivas para el medio ambiente".

La última gran obra hidroeléctrica en Brasil fue la planta de Belo Monte, en Pará, que desde su construcción, iniciada en 2011, está rodeada de polémicas y críticas por el costo, el impacto ambiental (cambió, por ejemplo, el curso del río Xingu) y socioeconómico (llegó a tener 25 mil trabajadores en la obra, miles de residentes fueron reasentados y Altamira llegó a tener la mayor tasa de homicidios de Brasil).

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