Paralizada desde 2011, la reforma del edificio Copan podría reanudarse en noviembre

El parón de las obras se debe a la falta de pastillas que recubren la fachada

São Paulo

Desde hace casi ocho años, 5.000 habitantes del centro de São Paulo disfrutan de una vista oscurecida por una singular bruma. Una envoltura que recubre al mítico inmueble.

Era diciembre de 2011 cuando Conpresp, el Consejo de Preservación del Patrimonio de la Ciudad, autorizó la instalación de una lona y una pantalla protectora en la fachada principal del edificio Copan, para evitar accidentes debido al desprendimiento del revestimiento.

Restauración del Copan (Foto: Eduardo Knapp/Folhapress, COTIDIANO). - Folhapress

Era necesario este aval porque el edificio diseñado por Oscar Niemeyer se encontraba desde 1992 en proceso de análisis para ser declarado patrimonio protegido. Algo que ocurrió oficialmente en 2012.

Desde entonces, la restauranción ha experimentado retrasos tan colosales como el propio edificio que cuenta con una estructura sinuosa, que domina la Av. Ipiranga, 1.160 apartamentos distribuidos en 32 pisos y 80 tiendas en sus bajos. 

Sin embargo,  este mes podría resolverse el problema. Es decir, cuando la fecha límite, establecida en una reunión de Conpresp, para que la comunidad de propietarios presente la empresa responsable del proyecto y la ejecución de la restauración.

La presentación de un proyecto completo de restauración, con dibujos, diagnóstico técnico de los problemas y un memorial de los procedimientos a realizar, firmado por un profesional competente, fue una de las pautas establecidas por el Conpresp en 2011, cuando fue cubierto el edificio. La administración del Copan realizó los estudios, pero no detalló las soluciones.

Han pasado mucho tiempo discutiendo el tipo de pastillas que pueden ser usadas. Y es que las originales de cerámica ya no se fabrican con las mismas especificaciones. Las propuestas por la comunidad de propietarios eran de vidrio, se veían diferentes y destacarían al aplicarse en los huecos.

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

Lea el artículo original