Día 6, el primer lunes de 2020. El reloj marcaba las 11h57 cuando el tren hizo su aparición en el andén de la estación Luz, en el centro de São Paulo.
No había colas. Ni bullicio. Sin prisas. Y es que solo 36 pasajeros esperaban la llegada del convoy. Las puertas se cerraron al mediodía, cuando arranca el segundo viaje del día del tren que va hacia el aeropuerto de Cumbica en Guarulhos (Grande SP).
Los 36 pasajeros no ocuparon ni siquiera los 40 asientos disponibles en uno de los ocho vagones. Se podía viajar solo en un vagón, limpio y con aire acondicionado, estirar las piernas y dormir durante el viaje, que dura unos 30 minutos, sin paradas y con guardias de seguridad recorriendo los pasillos.
En el camino de vuelta, Folha tomó el Expresso de las 3 pm y viajó con otros 35 pasajeros hasta la estación de Luz.
La situación que presenció Folha tuvo lugar justo un día en que Cumbica recibió alrededor de 145.000 pasajeros, un pico en esta época del año debido a las vacaciones escolares. La cifra calcula el número total de personas que viaja a través de las tres terminales, tanto en los vuelos que salen como en los que llegan.
GRU Airport, la empresa responsable de administrar el aeropuerto más grande del país, no dijo cuántos de estos pasajeros se quedaron en São Paulo.
Pero ni siquiera la comodidad y la gran demanda de Cumbica hicieron despegar el servicio ofrecido por la CPTM (Tren Metropolitano Paulista). Hasta ahora, el tren es una alternativa poco atractiva.
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA