"El Estado es racista, pero si lo digo es victimismo", dice la abogada esposada en audiencia

Valéria Lucia dos Santos y la jueza discutieron porque la abogada exigía tener acceso a un escrito de la defensa

Marina Estarque
São Paulo

La abogada Valéria Lucia dos Santos, de 48 años, fue esposada por agentes el pasado lunes durante una audiencia en la localidad de Duque de Caxias, en el Estado de Río de Janeiro. Valéria y la jueza discutieron porque la abogada exigía tener acceso a un escrito de la defensa. La jueza negó el pedido y llamó a los alguaciles.

A pesar de que los presentes grabaron la escena, no es posible ver todos los momentos de la discusión. Para la OAB (Orden de los Abogados de Brasil), Valéria estaba "absolutamente correcta" y el acto fue una grave violación. El Tribunal de Justicia de Río informó a través de un comunicado que la jueza pidió la presencia de policías "para contener a una abogada que no había acatado las órdenes de la jueza".

Valeria asegura que sufre prejuicios en el trabajo y no se siente representada en el Poder Judicial. Sin embargo, evita asociar su caso al racismo.

La OAB-RJ va a interponer una demanda contra los policías y la jueza. A petición de la orden, la audiencia fue anulada y aplazada hasta el día 18, cuando será presidida por un juez de toga. La jueza objeto de la demanda era una jueza lego o no letrada, es decir una abogada que auxilia a la Justicia en juicios especiales, no obstante, la decisión final es siempre de un juez letrado.

A advogada Valéria dos Santos
La abogada Valéria dos Santos - Bruno Marins/OAB RJ

A continuación, el testimonio de Valéria a Folha.

Apenas pensé que era racismo cuando me encontraba en el suelo, esposada. Los alguaciles me cogieron cada uno por un brazo en la audiencia y me arrastraron hasta el pasillo. No fui violenta con nadie, simplemente no me moví. Cuando ya estaba en el exterior de la sala, me dieron una zancada y me senté. Después me pusieron las esposas.

En ese momento llegó el delegado de la OAB que fue muy tajante: "¡Quítale las esposas ahora mismo!". Los agentes obedecieron al instante. Entonces piensas: ¿Cómo es la formación de nuestra sociedad? Está el señor del ingenio, la señorita, el capitán de la floresta. ¿Y quién estaba en el suelo esposada? Yo.

El Estado es racista, ¿entiendes? Pero si lo digo es victimismo, por eso no quería clasificar los hechos como caso de racismo, porque no quiero recibir esa respuesta.

Yo luchaba allí por garantizar mi derecho a trabajar. El racismo volverá a ocurrir. Intento abstraerme, pero no puedo renunciar a ganarme el pan.

Aquel día, la jueza ya había comenzado la audiencia con una pregunta no muy amistosa. Mi cliente también es negra y la jueza preguntó: "¿Ustedes son hermanas?". Fingí que no lo escuché.

Los episodios así suceden casi todos los días, pero muchos colegas no lo cuentan. Voy a poner un simple ejemplo. El derecho tiene varias formalidades. Tiene una silla para el abogado y una para el cliente. Yo me siento en la silla del abogado y los jueces me preguntan: "¿Usted qué es?".

O cuando los jueces se dirigen a los otros abogados presentes en la sala pero yo necesito mostrar mi carnet de la OAB para presentarme.

No te voy a engañar, yo entro en las audiencias y no me siento representada. Somos una minoría en la estructura institucional del Poder Judicial.

La última vez que uno de esos episodios sucedió, me acobardé, no quise crear problemas. Aquel día en Caxias, decidí que eso no se iba a repetir. Tenía derecho a ver el informe de la defensa.

La jueza no letrada lo negó. Entonces yo salí de la audiencia para buscar al delegado de la OAB, pero este no se encontraba a en su despacho. Avisé a la secretaria. Cuando regresé, la jueza había concluido la vista y me mandó que esperar fuera. Me negué. Ella llamó a la fuerza policial.

Fue una violación, por eso la audiencia fue aplazada y se celebrará con un juez letrado. Aquel acto, tanto si yo exageré, como la actitud de la jueza, fue anulado.

En aquel momento no lloré, pero por dentro sí lo hacia. Me sentó muy mal. Cuando llegué a casa, sola, me derrumbé.

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

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