Trans temen no obtener cobertura sanitaria para reasignación de sexo en Brasil

La decisión del Superior Tribunal de Justicia autoriza a los seguros a rechazar cubrir procedimientos fuera de la lista de la Agencia Nacional de Salud

Thalita, de 21 años, está ansiosa. La joven transexual de São Paulo busca, en los tribunales, que un seguro de salud le pague la cirugía de transgenitalización —alteración de los órganos genitales—, que espera desde hace años. Ella y varias otras personas trans se sienten inseguras después de una decisión del STJ (Tribunal Superior de Justicia) que cambia la interpretación de la lista de procedimientos de la ANS (Agencia Nacional de Salud Suplementaria).

El día 8, los magistrados del STJ exime a los seguros de salud de pagar trámites no incluidos en su lista. Anteriormente, la lista se veía como un ejemplo, abriendo lagunas para que los usuarios busquen el costo de los procedimientos fuera de ella en los tribunales.

La transgenitalización no forma parte de la lista de la ANS y, con el conocimiento actual, se puede negar de inmediato. Aunque la decisión de los magistrados del STJ no es vinculante, tiende a ser seguida por jueces de todo el país. Thalita, que recibe tratamiento hormonal desde los 18 años y lleva más tiempo en atención psicológica, teme las consecuencias de la decisión del STJ.

La abogada Claudia Ramos, integrante de la Comisión de Diversidad Sexual y de Género de la OAB-SP (Colegio de Abogados de Brasil) e integrante del colectivo Mães pela Diversidade, dice que nunca fue fácil lograr que los proveedores de salud paguen por la reasignación cirugía de sexo, pero el Poder Judicial, muchas veces, accedió a los pedidos. Ahora, estudia, la tendencia es que esos procedimientos sean negados y la esperanza está en el STF (Supremo Tribunal Federal). "[La decisión del STJ] es una lesión a la Constitución, que consagró el principio de la dignidad humana como uno de los principios fundamentales del Estado democrático de derecho. Es la luz que vemos al final del túnel".

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

Lea el artículo original