En el camerino, antes de subir al escenario del Baile do Regente, en Guarulhos (Grande SP), Matheus Wallace, cuyo nombre de pila es Don Juan, respiró hondo poco antes de la actuación y aseguró estar agotado. "Últimamente he estado sufriendo pánico y ansiedad. Estoy muy cansado", dijo.
Ya en el escenario, Don Juan canta apenas unos segundos de un hit. Entonces comienza otra canción. Pero, antes de terminar, baja corriendo del escenario y se va, para desesperación del productor Dodô.
Minutos después, Dodô recibe un mensaje de DJ Allana, la esposa del cantante. "Don Juan está en casa, sentado en el suelo, llorando".
Quien sigue la carrera de la cantante de funk, hoy el artista más escuchado en Brasil, no puede imaginar que vive momentos de inestabilidad emocional.
El episodio, sin embargo, encendió las alertas sobre la salud mental de los cantantes de funk y por las inestabilidades frecuentes en la profesión, con escándalos en los medios, frustraciones y depresión.
Según la psicóloga social Tamiris Crystini Motta, quien trabaja en el Servicio de Protección Social de la Niñez y la Adolescencia, el tratamiento psicológico es visto como un lujo en la periferia, y los cantantes de funk son un espejo de ello.
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA