La fotógrafa Claudia Andújar, que ahora tiene 92 años, dice que preservar su colección es importante porque representa su vida. Específicamente sobre las imágenes de los yanomami, que son la mayoría, dice que espera que los indígenas entiendan que ella los consideraba su familia.
"Me sentí parte del grupo", dice. Este sentimiento, de acuerdo con la fotógrafa, se debe a que no pudo salvar a la familia de su padre de la muerte en los campos de concentración de Auschwitz y Dachau, durante la Segunda Guerra Mundial. "Fui la única que sobrevivió. Si no pude ayudar a mi familia, quería seguir luchando para ver qué podíamos hacer para ayudar a los yanomamis". Entre discusiones con los militares, Andujar participó activamente en el largo proceso que condujo a la demarcación de las tierras yanomami a principios de la década de 1990.
Durante sus décadas de convivencia con los indígenas compuso el que quizás sea el mayor archivo de imágenes de este pueblo, a partir del momento que decidió dejar la carrera periodística, en 1971, para convertirse en una mezcla de artista y activista.
Grabó la vida en los pueblos, los ritos funerarios y la ingestión de alucinógenos, además de realizar cientos de retratos. También siguió la fiebre del oro que comenzó en la década de 1980, cuando los buscadores comenzaron a invadir irregularmente la tierra yanomami, un área dividida entre Amazonas y Roraima; a partir de ahí, creó una serie de fotos de los letreros de tiendas en Boa Vista que vendían el valioso metal.
La invasión minera en la zona yanomami continuó en las siguientes décadas y terminó llegando hasta nuestros días, la colusión con la minería fue una seña de identidad del gobierno del expresidente Jair Bolsonaro. "Él no tenía ningún interés en el asunto de los indios", sentencia Andújar.
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA