Trabajadora doméstica asegura que hizo milagros para ahorrar US$ 5.800 y poder llevar a su hija a Disney

La empleada cuidaba de noche a una anciana, de día tenía una jornada de 8 horas en otra residencia y trabajaba los fines de semana

Rio de Janeiro

El 7 de julio de 2017, la trabajadora doméstica Sidneia de Souza Gasque, de 46 años, embarcó con su hija rumbo a Disney, Florida.

Era el cumpleaños de Ingrid, que completaba 15 años. Incluso con la cotización del dólar por encima de los R$ 3 en aquella época, el viaje de diez días a EE UU era más barato que una celebración en un salón de fiestas de Pirajuí, ciudad donde ambas residen, a 384 kilómetros de São Paulo.

En un escenario distante del reino de la fantasía diseñado por el ministro Paulo Guedes (Economía), y con el dólar muy por encima de los R$ 1,80 citados por él cuando, dijo que "incluso las trabajadoras domésticas conseguían ir a Disney", Neia, como se la conoce, está convencida de que obró un milagro.

0
Sidneia de Souza Gasque en el parque Disney - Arquivo pessoal

Empleada doméstica desde los 12 años, trabajó en dos casas los meses previos al viaje. Por la noche, hacía un turno de diez horas como cuidadora de una anciana. Ya por la mañana, pasaba por casa, se daba una ducha, desayunaba y partía hacia otra residencia en la que cumplía una jornada de ocho horas como limpiadora. "Llegaba a casa, me daba una ducha, cenaba y volvía a salir".

A ese ritmo, se las arregló para ahorrar todos los meses R$ 1.000, una hazaña que logró cocinando y limpiando casas de familiares los fines de semana. Además, contó con la ayuda de Vanir, con quien vive desde hace 14 años, un albañil que hornea pan para aumentar los ingresos familiares.

Al final, consiguió guardar R$ 25.000 (US$ 5.800) para cumplir el sueño de madre e hija.

Durante la entrevista fue informada sobre las infelices declaraciones de Guedes. Soltó una palabrota. Pidió disculpas. Continuó: "Ir a Disney no es solo el sueño del rico, que va como voy yo de aquí a São Paulo. Para nuestros hijos pobres es casi imposible. Lo que hice fue un milagro".

Ahora, la nueva misión es garantizar la facultad de arquitectura de Ingrid, que fue aprobada en una universidad privada cuya mensualidad asciende a R$ 720.

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA 

Lea el artículo original