El rápido deterioro del entorno político e institucional, sumado a la inflación persistente, una sequía histórica que compromete el suministro de energía y la agroindustria, los altos tipos de interés y el desbarajuste fiscal ya han contaminado el escenario económico en Brasil y desinfló la perspectiva de que la recuperación cobre impulso después un año y medio de pandemia.
Las proyecciones para 2022 comenzaron a reflejar este "mismo de siempre”: un crecimiento mediocre. El boletín Focus, que recopila estimaciones del mercado, revisó su pronóstico de crecimiento para el próximo año de 2.5% en enero a 2.1%. Por su parte, el FMI (Fondo Monetario Internacional) bajó sus cálculos al 1,9%. Ya los empresarios y comerciantes revisan su planificación.
“La tendencia es que 2022 traerá un período de gran cautela por parte de los inversores extranjeros ante Brasil así como los brasileños”, explica João Leal, analista de la gestora de inversiones Rio Bravo.
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA