La negativa de Estados Unidos a ayudar a Brasil con su proyecto de submarino nuclear llevó al presidente Jair Bolsonaro a pedir el apoyo de Vladimir Putin, que se saldó en su polémico viaje de febrero a Moscú y su polémica postura ante la guerra en Ucrania.
La ayuda para certificar el combustible que se utilizará en el reactor del submarino y los problemas de ingeniería llevaron a misiones técnicas de la Armada de Brasil a Washington para discutir una posible cooperación. En 2018, quedó claro que esto no llevaría a nada.
Itamaraty, que participó en las negociaciones, decidió buscar potencias alternativas para no afectar al cronograma. La Rusia de Putin, la segunda potencia más grande en el sector después de EE UU, parecía un buen candidato, pese a que ya estaba en el objetivo de Occidente debido a la anexión de Crimea en 2014.
Tras conversaciones entre los países, Bolsonaro fue invitado por el Kremlin este año, cuando el ruso ya era acusado abiertamente por Occidente de preparar la invasión de Ucrania -que se produjo una semana después de que el brasileño saliera de Rusia-.
Durante la visita no se mencionó nada sobre el tema de los submarinos, pero el ministro de Minas y Energía, el almirante Bento Albuquerque, confirmó que habló con la empresa estatal rusa de energía atómica Rosatom sobre su participación en la planta Angra 3.
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA