Las denuncias contra las milicias que actúan en el estado de Río de Janeiro aumentaron un 87% en cinco años, según un estudio realizado por Disque Denuncia a pedido de Folha.
De enero a marzo de 2014, fueron 864 denuncias en el Estado, 637 de ellas en la capital. En el primer trimestre de 2019, fueron 1.614, del total 1.140 en Río de Janeiro.
Para José Claudio Alves, sociólogo y profesor de la Universidad Federal de Río, los números revelan un aumento de la actividad de las milicias, que comenzaron a actuar en sectores diferentes.
Si antes estos grupos paramilitares obtenían sus principales ingresos controlando la venta de protección, de gas y de acceso a la TV por suscripción, en los últimos años se han dedicado a expandir sus negocios.
Los milicianos extendieron sus tentáculos y hoy cobran comisiones a pescadores y mototaxistas, por consultas en hospitales e incluso para enterrar desechos en zanjas abiertas por los propios paramilitares.
Los inmuebles irregulares, como los dos edificios que se desplomaron en abril en la comunidad de Muzema, en la zona oeste de la capital, es otra de las fuentes financieras del grupo.
El sociólogo Ignacio Cano, coordinador del Laboratorio de Análisis de la Violencia de la Uerj, sostiene que las cifras indican que las milicias están incomodando tanto a la población que las personas deciden denunciarlas, a riesgo de sufrir represalias.
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA