Las drogas que anulan la voluntad y el cambiazo de tarjetas preocupan a quienes disfrutan del Carnaval

Las personas en medio de multitudes eufóricas son objetivos fáciles para estafadores que ofrecen bebidas con la droga e incluso cambian los valores de compras

Rio de Janeiro

La estudiante Renata, de 22 años, se ganó el apodo de "torita" debido a su resistencia a la bebida "incluso cuando se atrevía a enfrentar a sus colegas varones".

Con 1,78 de altura, consigue aguantar bastante cantidad de alcohol. Es más, recuerda la noche que bebió 15 pintas de cerveza y se presentó a un examen en la universidad horas después, "ligeramente contenta".

Hasta que, durante un desfile de una banda de calle por el barrio de Barra da Tijuca (zona oeste de Río), el Carnaval pasado, perdió el conocimiento tras darle tres sorbos a una caipirinha de fresa. A día de hoy, no sabe lo que pasó, pero está segura de que alguien le echó algo en la bebida.  Lo que no puede decir es si fue el hombre del puesto que le vendió la bebida por R$ 10 o el chico que la acompañó a por ella.

Hace un año, Renata, que prefiere omitir su apellido "porque pocos amigos saben lo que ocurrió", se despertó en su habitación sin comprender cómo había llegado hasta allí. Tenía marcas moradas en la rodilla y una sensación extraña.

Desfile de la banda Charanga do França (Foto: Jardiel Carvalho/Folhapress - COTIDIANO). - Folhapress

Renata estaba tan avergonzada que no fue al hospital ni a la comisaría de policía, pero sospecha que fue víctima de abusos sexuales. "Llegué a casa y mi cartera, dinero, todo estaba allí, pero aún así... no digo que sufrí una penetración, pero tenía una marca de chupetón, y siempre he odiado los chupetones, nunca aceptaría que me hicieran uno".

El trauma resurgió después de leer relatos de personas que también habrían sufrido 'sumisión química', en la temporada  de pre-Carnaval de 2020.

Las multitudes por las calles, altamente alcoholizadas la mayor parte del tiempo, se convirtieron en un blanco fácil para los delincuentes de Carnaval. Hay algunos golpes clásicos como el cambiazo de la tarjeta al momento de la compra o cambio de valor.

Y justo en este último casi cae el año pasado el estudiante Bruno, de 17 años. Ya "más borracho que Batman", buscó a un vendedor ambulante que aceptara tarjeta porque no llevaba más efectivo en el bolsillo. Encontró la ganga de tres latas de cerveza por R $ 10. En el último segundo, la novia comenzó a gritar al vendedor que intentaba cobrar R$ 1.000.

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

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