Un año después del inicio de la pandemia y las medidas de distanciamiento social en Brasil, las mujeres que tienen hijos parecen estar al límite. Con exceso de trabajo, agotadas y frustradas, perdieron su autonomía, su empleo, el sueño y la cabeza, todo al mismo tiempo o por etapas.
Al cerrar guarderías y escuelas, y confinar a la población, la crisis sanitaria global ha destruido las redes de apoyo (solidarias, públicas o privadas) que permitieron a estas mujeres tener una vida productiva relativamente independiente, poniendo en peligro las conquistas feministas de décadas.
No es de extrañar, por tanto, que las mujeres se hayan visto más afectadas por la crisis global, hasta el punto de inspirar la expresión inglesa “shecession”, unión de los términos “she” [ella] y “recession” [recesión ], algo así como “la recesión de ellas” .
Las mujeres están siendo más impactadas por la pandemia: tanto su integridad física (con el aumento de la violencia doméstica) como su salud mental (presentaban trastornos mentales), además de la estabilidad económica. Es más, ellas han perdido puestos de trabajo y están sufriendo discriminación en la fase de la recontratación, incluso en la producción científica y participación en la vida pública.
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA