La paralización del Fondo Amazonia puede hacer perder a Brasil miles de millones por falta de acciones ambientales

Las donaciones y los mecanismos de recaudación de fondos dependen de la eficacia de la preservación forestal

Phillippe Watanabe Rafael Garcia
São Paulo

La Amazonia tiene potencial multimillonario, por lo que los riesgos de pérdidas financieras relacionadas con la selva también son multimillonarios.

Prueba de ello es el Fondo Amazonas, actualmente paralizado tras las acciones y acusaciones del presidente Jair Bolsonaro (PSL) y el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles.

 Hasta la fecha, el fondo ha recibido alrededor de US$ 1.300 millones en donaciones, con poco menos de la mitad del monto ya desembolsado.

Incendio en Mato Grosso do Sul - Bombeiros MS

 El fondo se suspendió después de que Salles  propusiera cambiar los mecanismos de gestión y sugirió supuestas irregularidades financieras en los proyectos de las ONGs: el ministro dijo que había revisado una cuarta parte de los contratos pero no presentó ningún documento y citoó datos aislados.

Los fondos en el Fondo del Amazonas tenían varios destinos, incluida la lucha contra los crecientes incendios en la Amazonia que han derivado en la actual crisis política y ambiental.

Pero el dinero que se destina al bosque no solo proviene del Fondo Amazonia.

Si la deforestación sale de control, otra fuente financiera relevante que puede agotarse es la red filantrópica internacional, dice Ana Toni, directora ejecutiva del Instituto de Clima y Sociedad, que trabaja para recaudar fondos para proyectos sociales y ambientales en Brasil.

“El dinero filantrópico es hiperconservador. Los donantes quieren ver sus recursos empleados en acciones que han demostrado mejorar  la vida de las personas de esa región".

Asimismo, también corren peligro las futuras negociaciones en el GCF Fondo Verde del Clima, un mecanismo regido por el Acuerdo de París que permite a los países en desarrollo recaudar dinero de los países ricos para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero.

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

Lea el artículo original