Sin interés por parte de los jóvenes, la pesca artesanal en Boiçucanga corre riesgo de extinción

Un oficio transmitido de padre a hijo tiene cada vez menos seguidores; La rigidez en la legislación ambiental se cita como causa

A los 8 años, el pescador Luiz Carlos Passos Filho, de 51 años, comenzó a acompañar a su padre en el mar de la playa de Boiçucanga, en São Sebastião (SP), para capturar cardúmenes.

Sin embargo, sus dos hijos no quisieron aprender el oficio transmitido por él, que a su vez lo aprendió de su padre, quien a su vez fue enseñado por su bisabuelo.

SÃO SEBASTIÃ0 - SP - BRASIL : Costa de Boiçucanga, en São Sebastião. (Foto: Adriano Vizoni/Folhapress, COTIDIANO) - Adriano Vizoni/Folhapress

La situación se repite en otras familias. Ninguno de los diez hijos de Benedito Serafim dos Santos, de 73 años, quiso seguir los pasos de su padre. Él cuenta que, hace seis meses, dejó la pesca para dirigir un barco turístico. "Las leyes que se han vuelto en contra del pescador ya no dejan espacio para pescar", dice.

Las dificultades mencionadas confluyen con los cambios recurrentes en las leyes ambientales que, según ellos, restringen el oficio. La pesca de tiburones está prohibida, con una multa de R$ 5.000 por pieza.

Asimismo, la Política Nacional de Desarrollo Sostenible de la Acuicultura y la Pesca también prohíbe el uso de la red de espera, que se coloca en el fondo del mar y captura peces de mayor valor.

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