Creada para estabilizar un país en estado de convulsión, la misión militar de la ONU en Haití, liderada por Brasil, tenía enormes dificultades para enfrentar a las pandillas, para atender a la población civil y admitía la falta de directrices claras en materia de derechos humanos.
Este escenario se desprende de los documentos confidenciales de la ONU, el Ministerio de Defensa y el Ministerio de Asuntos Exteriores obtenidos por Folha sobre el período inicial de la MINUSTAH (Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití), que cumplirá 15 años el sábado (primera).
Liderada militarmente por Brasil, la misión de la ONU, iniciada en 2004, dio al país una proyección internacional inédita, prioridad del entonces presidente Luiz Inacio Lula da Silva (PT). No obstante, este estatus también situó a los militares brasileños en el punto de mira debido a abusos contra la población civil y las acciones de combate contra bandas armadas que actuaban en las favelas de Puerto Príncipe, capital del país caribeño.
La Minustah, que contaba con la participación de 20 países, fue creada por el Consejo de Seguridad de la ONU tras la caída del presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide, en febrero de 2004. Opositores y partidarios de Aristide se enfrentaron en las calles del país, el más pobre de las Américas y con un largo historial de turbulencias políticas. Las pandillas aprovecharon el escenario de inestabilidad para llevar a cabo delitos.
A lo largo de los 13 años de misión, 37.500 militares brasileños fueron enviados a Haití. Varios excomandantes de la misión actualmente componen la primera línea del gobierno Jair Bolsonaro (PSL).
Estos son: los generales-ministros Augusto Heleno (Gabinete de Seguridad Institucional), Carlos Alberto dos Santos Cruz (Secretaría de Gobierno), Floriano Peixoto (Secretaría General) y Fernando Azevedo e Silva (Defensa), además del comandante del Ejército, Edson Pujol.
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA