Las entrevistas están siendo aburridas?

La forma de preguntar y la elección de temas merecen ser revisados

Paula Cesarino Costa
São Paulo

Desde que dio inicio oficialmente la campaña electoral, fueron raros los días en que no había algún candidato siendo entrevistado o participando en un debate organizado por algún periódico, radio, TV o web. Por su parte, Folha promovió una serie de entrevistas, dos rondas de debates (una de ellas en pre-campaña) y actualmente se encuentra preparando otro, junto a UOL y SBT. 

Si es innegable que la superexposición de los candidatos proporciona al lector  un  conocimiento más profundo de cómo cada uno de ellos actúa y piensa, queda evidente que hay cierta repetición en cuanto al abordaje y contenido, en las respuestas y en las preguntas.

La novedad saludable de la actual rutina de debates es, sin duda, el cotejo casi inmediato de la veracidad y la precisión de las afirmaciones de los candidatos. Pero eso no basta.

Algunos electores enviaron mensajes criticando la conducción de entrevistas tanto de candidatos a presidente como para gobernador. Reclamaron que, después de mucha conversación, no consiguieron concluir lo que el candidato se proponía a hacer en caso de salir elegido. Un lector fue directo al centro de la cuestión: "Estos debates y entrevistas están muy aburridos, todos parecen iguales, candidatos y periodistas".

El lector se quejó de largos discursos de periodistas en la formulación de preguntas. Envió las reglas de la comisión de debate independiente de EEUU, que organiza los encuentros de los candidatos norteamericanos. Estas sugieren que las preguntas tengan como máximo 20 segundos porque el elector está interesado en la argumentación y propuestas de los candidatos, no en la de los periodistas.

Es un tema delicado. Si el entrevistador se propone a hablar más que el entrevistado, este tiende a dificultar lo más importante: la exposición de ideas de la persona que anhela la Presidencia de la República.

El arte de cuestionar presupone preguntas directas y didácticas, al mismo tiempo impide los devaneos y dilataciones por parte de los entrevistados. La calibración de una cosa y otra revela el talento, mayor o menor, de quien entrevista.

En todos los encuentros, se discutieron menos propuestas y proyectos que alianzas electorales, el modo de hacer política y las acusaciones de corrupción. Cuando había presente más de un candidato, se priorizó la discusión y las provocaciones dominaron el ambiente.

La moderación errática del debate electoral es, en gran medida, responsabilidad de la prensa. También existe, es cierto, la influencia de las reglas obligatoriamente acordadas con los candidatos. Pero lo que me preocupa es cuánto los temas y las preguntas escogidas por la prensa están en sintonía con las preocupaciones y expectativas del electorado.

La encuesta del instituto Datafolha muestra que, a pesar de que la corrupción y la sanidad pública encabezan el ranking de problemas del país, en la consulta sobre cuál debe ser la prioridad del próximo presidente, el área de la salud se destaca, apuntada por el 41% de los entrevistados. A esta le siguen: la educación (20%), desempleo (8%), violencia (7%), economía (5%) y, finalmente, corrupción (2%).

Puede parecer una obviedad decir que la sanidad y la educación son los temas de hecho relevantes para los brasileños. Si se toman como expresiones genéricas, estoy de acuerdo. Pero la sanidad y la educación están directamente relacionadas con la vida de las familias y de las personas, tienen enorme repercusión en el nivel de cualificación de los empleados y, por consiguiente, en el rendimiento de la economía. Asimismo, tienen un gran impacto en las políticas y el gasto público.

La prensa cuenta con una cantidad enorme de maneras inteligentes, atractivas y necesarias para tratar estos temas. Ni candidatos ni periodistas parecen preocupados, interesados y preparados para discutirlos. 

Los periódicos, revistas, radios y televisores reportan hasta el agotamiento la dramática situación de la sanidad pública a diario fuera del período electoral, pero en este momento de debate de propuestas, olvidan encontrar formas de abordaje que obliguen a los candidatos a adoptar una posición. 

Folha ha publicado una serie ("¿Y ahora, Brasil?") que propone presentar diagnósticos y discutir propuestas que puedan contribuir al debate electoral, además de sugerir políticas basadas en evidencias empíricas.

A finales de agosto, el suplemento especial se centraba en la cuestión de la sanidad e identificaba diez puntos críticos del sector. La lista sería un buen punto de partida para que el periódico hiciera que el candidato a presidente abordase temas específicos directamente y sin límite de tiempo. 

Este recurso podría ser mejor utilizado por el periódico para optimizar el debate electoral.

El país vive la octava elección presidencial tras la redemocratización. Las nuevas formas de comunicación y tecnologías abren infinitas posibilidades, que están siendo poco aprovechadas. Hace ya algún tiempo que la prensa debería haber asumido un papel más activo tanto en el enfoque como en los cuestionamientos de contenido programático, con creatividad, relevancia y amplitud.

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

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