El presidente contra la prensa

La táctica de la negación de la realidad exigirá de Folha equilibrio, técnica y firmeza

Paula Cesarino Costa
São Paulo

En la primera rueda de prensa del presidente electo Jair Bolsonaro, los profesionales de los principales periódicos del país fueron sumariamente excluidos. No hubo preguntas de periodistas de Folha, Globo, Estado de São Paulo y Valor Económico, entre otros medios de comunicación.

"Tengo la mayor consideración por ustedes. No he mandado excluir a nadie", afirmó Bolsonaro al ser interrogado sobre la prohibición. Suena como otra burda provocación a la prensa.

Durante toda la campaña electoral, el candidato del PSL atacó a los medios y a sus periodistas, con especial predilección por Folha, el periódico que más publicó reportajes críticos a su candidatura.

El momento más agresivo fue transmitido en vivo, vía red social, por una pantalla durante una manifestación en la avenida Paulista, el 21 de octubre: "Sin mentiras, sin fake news, sin Folha de S.Paulo. Nosotros ganamos esta guerra. Queremos la prensa libre, pero con responsabilidad. Folha de S.Paulo es la mayor fake news de Brasil. No tendrá más dinero de publicidad gubernamental. Prensa libre, felicitaciones. Prensa vendida, mis condolencias".

El día 24, en Twitter, volvió a la carga:  “¡Folha no va a chupar más de la teta, pero no por la censura, no! El dinero público que recibe para hacer activismo político se secará".

Después de las elecciones, cuestionado en el diario nacional, de TV Globo, afirmó: "No quiero que [Folha] acabe. Por sí solo, ese periódico se acabó (...) lo que dependa de mí, la prensa que se comporte de esa manera indigna no tendrá recursos del gobierno federal".

El comportamiento de Jair Bolsonaro repite, prácticamente entero, el guión de la relación del presidente estadounidense Donald Trump con los medios. En vicios irónicos y provocativos, Trump se refiere al "fracasado" New York Times y define CNN como "fake news bussiness". Ambos son obsesiones de Trump.

Las semejanzas son tantas que es posible imaginar que Bolsonaro esté replicando Trump más por método que por locura.

Bolsonaro no cuestiona informaciones puntuales de reportajes de Folha. Todo lo contrario, niega hechos incontestables. Por ejemplo, mantenía a una funcionaria fantasma que fue desconectada de su gabinete tras la revelación del periódico. "Su delito fue dar agua a los perros", justificó.

Cuando Folha publicó la investigación sobre el uso que Bolsonaro hizo de la ayuda a la vivienda que recibía de la Cámara, respondió con una frase grosera: "Ese dinero de auxilio vivienda yo lo usaba para tirarme a gente".

La reacción de Bolsonaro, en general, no parece un caso de calentón del momento. Es una táctica para cambiar el eje de la discusión hacia el área que  mejor domina: la de la agresión verbal sin base en la realidad factual.

Durante las semanas anteriores a la segunda vuelta, el ombudsman recibió un número notable de mensajes de lectores que acusaban a Folha de hacer campaña contra Bolsonaro. Varios decían estar cancelando la suscripción del periódico. Muchos de ellos dejaban claro que no eran electores del diputado.

Los desvaríos recientes y crecientes del presidente electo invirtieron la señal. Espontáneamente las redes sociales pasaron a registrar una especie de campaña de apoyo a Folha.

Los mensajes de solidaridad me fueron enviados, algunos de ellos revisando críticas anteriores de tendenciosidad. Reproduzco fragmentos: "Nunca se intimiden"; "Volvemos a suscribirnos a Folha con la esperanza de encontrar uno de los bastiones que evitarán el derrocamiento de nuestra joven democracia"; "¡Pido a los periodistas de este periódico que no se achanten nunca, que continúen con el valor y la honradez de siempre!";

"Que Folha sea para el Brasil de Bolsonaro lo que el NYT está siendo para los EE.UU. de Trump. Ya pido a amigos que se suscriban al periódico"; "Ustedes son indispensables, pero, por favor, mejoren y vuelvan a ser lo que ya han sido por tantos años. Una gran prensa. Una optima prensa. Fiscal, independiente, verdadera. ¡Pero no asuman el papel de oposición, por favor! Sólo de fiscalización imparcial".

El embate con un presidente recién electo es tan desgastante como sea necesario para periódicos y periodistas. Una reacción intempestiva sería tomar a Bolsonaro como enemigo a ser derribado. Simples así. Pero este no es el papel del periodismo de calidad que ha marcado la historia de la Folha.

Bolsonaro está en guerra contra Folha. Pero Folha no está y nunca debe entrar en guerra contra él, como aclaró el editorial publicado la semana pasada.

Imagino que el apoyo de los lectores revigorice el periódico y a sus profesionales. Es necesario, sin embargo, redoblar la atención, afinar los filtros editoriales, empeñarse aún más en la precisión periodística y en la garantía del derecho de defensa.

El estímulo a las noticias falsas parece ser ahora una página orientada hacia el mandatario elegido. Mucho más preocupante es la negación de la realidad por parte del futuro presidente.

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

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