Por las redes, un nuevo estilo desafía a los periódicos

Las opciones de la prensa para cubrir la gobernanza de los medios sociales

Paula Cesarino Costa
São Paulo

Parece que caminamos hacia una de las transiciones de gobierno más tranquilas de la historia de la República, hasta el punto de casi ser posible afirmar que el gobierno Jair Bolsonaro ya ha comenzado y el de Michel Temer ya ha terminado.

Los anuncios oficiales, declaraciones o incluso opiniones del presidente electo han tenido efectos concretos en la vida de Brasil y de los brasileños. El ejemplo más reciente fue la salida de Cuba del programa Más Médicos, llevando a miles de médicos a dejar puestos de salud esparcidos por todo el país, resultado del cuestionamiento hecho por Bolsonaro sobre la calificación de tales profesionales y su intención de exigir la revalidación de los diplomas en el Brasil.

Anteriormente, su intención declarada de trasladar la embajada de Brasil en Israel de Tel Aviv a Jerusalén ya había causado la cancelación del viaje oficial del actual canciller brasileño y de empresarios a Egipto, además de causar preocupación entre exportadores brasileños, que tienen en el mundo árabe un gran comprador.

Fuera del relevo del poder central de los últimos 30 años, Bolsonaro y su joven partido están transformando el estilo en la meseta central, caracterizándose por la informalidad, la ruptura de protocolos e improvisaciones. Algo que se dice en un día puede no tener valor al día siguiente. Quien reprodujo la primera información que se explique por su cuenta -incluso los periódicos.

Otra característica de esta gobernanza es la de delegar anuncios a intermediarios, permitiendo que cada uno hable cuándo y cómo quiera - corriendo el riesgo, como suele suceder, de ser desautorizado, si algo no es bien recibido.

Desde el punto de vista de la comunicación, coherente con la estrategia de la campaña electoral, el mensaje directo, vía redes sociales, impera. Sólo en la última semana, el presidente electo anunció, vía Twitter, a los futuros titulares de la Abogacía General de la Unión, de la Contraloría General de la Unión y de los ministerios de Sanidad y Educación. En este último caso, idas y venidas demostraron públicamente que la fuerza del sector evangélico tuvo poder de veto.

En tuits, Bolsonaro criticó al Más Médicos, retuiteó anuncios de su ministro de Economía, noticias positivas sobre el país y publicaciones irónicas del hijo Carlos, considerado mentor del padre en las redes sociales.

En medio de esa cantidad inmensa de información y contrainformación producidas diariamente, los periódicos tienen trabajo complejo, arriesgado y desafiante. Si el presidente electo ya divulgó la noticia principal vía internet para quien quisiera ver, oír y compartir, ¿qué sobra a la prensa? Ciertamente no puede limitarse a ser un reproductor de estos mensajes presidenciales.

Este nuevo estilo tanto de lidiar con el poder como de comunicarse exige de la prensa una nueva forma de pensar la política y de producir la información. La imagen del hecho como producto primario y de la noticia -contextualizada y crítica- como producto procesado con adquisición de valor agregado nunca fue tan precisa.

La inversión debe hacerse en la investigación de currículos, en las consecuencias e impactos de la elección, en las facetas oscuras de las disputas de poder y las consecuencias concretas en la vida de los lectores.

Folha ha tenido éxito en la investigación de futuros ministros -como en la supuesta caja b de Onyx Lorenzoni (Casa Civil) y en el alivio de impuestos dado a JBS por parte de Tereza Cristina (Agricultura) cuando era secretaria en Mato Grosso do Sul- y en casos como el descubrimiento de las negociaciones secretas entre el gobierno Dilma Rousseff y Cuba para evitar resistencias al programa Más Médicos.

Una encuesta con los lectores de Folha reveló que el 60% considera que la cobertura del gobierno Bolsonaro es crítica "en la medida correcta" y al 9% les gustaría que el periódico fuera aún más crítico. (29%) califica a Folha más crítica de lo necesario, índice muy superior al detectado en los gobiernos Temer (el 10% opinaban que el periódico era demasiado duro con Temer) y Dilma (16%).

De todos modos, el 51% cree que el periódico debe mantener la cobertura como está, mientras que al 24% le gustaría un noticiero menos crítico y el 21% pide un enfoque más crítico.

Esta postura crítica, por cierto, incomoda y cierra puertas de acceso al poder. En un primer momento, puede parecer contraproducente para el periódico y sus periodistas. A largo plazo, sin embargo, es lo que valora la cobertura y atestigua la necesidad de la prensa, por su independencia y vigilancia.

El descontento del lector, en cierta medida, puede ser necesario, siempre que en el gran arco de la cobertura el periódico demuestre haber anticipado el escenario más exacto y discutido sin ser pasional (ni optimismo ni pesimismo) sus consecuencias.

La gobernanza en la era digital (y el estilo peculiar de los nuevos dueños del poder) es otra faceta que obliga a periódicos y periodistas a estar en permanente renovación, innovación y reinvención.

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

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