Desde que comenzó a construirse hace 20 años, el proyecto Salta-Fila, rebautizado Expresso Tiradentes, ya ha consumido más de R$ 1.200 millones (US$ 289 millones) y está subutilizado, inacabado y desconectado de otros medios de transporte de la ciudad de São Paulo.
Lo que era antiguamente el Salta-Fila funciona actualmente como un carril bus exclusivo de 8,2 km sobre pistas y viaductos, que partiendo desde el centro de la urbe llega a un terminal de autobuses en la zona este (Vila Prudente) y a otro en la zona sur (Sacomã). El cobro del billete se realiza previamente, fuera del autobús, lo que facilita el embarque de pasajeros.
La vía exclusiva y el sistema de embarque permiten una velocidad media superior a cualquier otro carril bus de la ciudad. Son más de 40 km/h en hora punta (aunque la velocidad ha bajado un 5% de 2013 a 2017). En otros carriles normales de la ciudad, los autobuses transitan a una velocidad media de 18 km/h a 30 km/h, en hora punta.
Técnicamente, los expertos clasifican el Salta-Fila como el único BRT (sigla en inglés para sistema rápido de autobuses) paulistano, modelo que se encuentra entre el carril bus común y el metro, por su calidad de servicio y capacidad de pasajeros.
Durante su construcción, las obras incluso han llegado a ser paralizadas y el volumen de recursos destinados ha oscilado dependiendo de la administración. Marta Suplicy, entonces en el Partido de los Trabajadores y al frente de una de las cuatro legislaturas que gestionaron las obras, llegó a llamar al emprendimiento de desgracia, debido al alto costo y la baja la efectividad para subsanar el caos en el que se encontraba sumido el transporte público.
En 2001, se prometió el transporte de 300 mil pasajeros al día. En 2007, 350 mil. Sin embargo, a día de hoy, el número es de 73 mil pasajeros al día (o 87 mil de media en días laborables).
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA