Las noticias provenientes del Morro do Índio, en Cubatão (SP), enfurecieron a Reinaldo Bock Coutinho, Chuck.
Un traficante apodado Pivete reclamaba la regencia de un punto de venta de drogas perteneciente al territorio de Chuck, la Adega.
Además, Ratinho, otro criminal conocido, insistía en abrir un punto de venta en el callejón de la Farinha, una iniciativa vetada anteriormente por Príncipe, "disciplina" de la región (como se llama a quien impone órdenes del crimen organizado).
No pudiendo resolver la cuestión personalmente, ya que estaba detenido, Chuck mandó avisar a los familiares que los jefes del PCC (Primer Comando de la Capital) habían sido llamados para resolver el impasse.
Más que una disputa en una favela del litoral paulista, los diálogos y documentos interceptados por la Policía Civil y el Ministerio Público de São Paulo son una demostración del papel de la facción criminal PCC en el control de los territorios de venta de drogas en el Estado, incluido el poder de decisión de quién puede o no puede actuar en las calles.
Las investigaciones indican que los puntos se venden por valores que van desde R$ 50 mil hasta R$ 3 millones, dependiendo de la ubicación.