Un parque nacional de Minas alberga paisajes formados hace más de mil millones de años

Poco visitadas, las cuevas del Peruaçu, en Minas, esconden un patrimonio arqueológico

El 'Janelão' (ventanal), con dos aberturas verticales intercaladas por un agujero en el techo, a casi 100 m de altura, es una de las sorpresas en el Parque Nacional Cavernas del Peruaçu Araquém Alcântara

Itacarambi (MG)

Recorrer los 4,8 km de la senda de Janelão, en el Parque Nacional Cavernas del Peruaçu, equivale a asistir a una clase magistral sobre el pasado geológico y arqueológico de Brasil. En 2017, apenas 6.200 turistas llegaron hasta allí.

Fuera de los itinerarios habituales,  Peruaçu está localizada en la frontera de Minas con el Estado de Bahía, en el umbral entre la ecorregión del cerrado y la catinga. Y vale cada centavo invertido en el billete de avión hasta Montes Claros y en el alquiler de un coche para llegar a los municipios de Januária, a 635 kilómetros de Belo Horizonte, y a Itacarambi, vecina a la unidad de conservación.

Los mejores hoteles se encuentran en Januaria, a 44 kilómetros de la entrada del parque.

Algunos kilómetros a la derecha, por un camino de tierra sin grandes obstáculos, se llega a la base de Janelão. A partir de ahí la visita sigue a pie por 2,4 km sólo de ida en una senda bien estructurada, que sería fácil si no fuera por los cientos de escalones. Esto le ha valido la clasificación de "semidura". El recorrido de ida y vuelta tiene una duración aproximada de  cinco horas, no obstante, pasan rápido por todo lo que hay que ver.

Nada más llegar, un paredón de calcáreo con inclinación ligeramente negativa revela una secuencia de pinturas rupestres.

En los cientos de metros siguientes, el visitante entenderá el nombre de Janelão (ventanal) atribuido al lugar.

Y es que vencida la primera rampa, una sucesión de portales y claraboyas esculpidas en la roca blanquecina, por el agua, a lo largo de cientos de millones de años, dejan sin aliento al visitante.

Dos aberturas verticales intercaladas por un agujero en el techo, a casi cien metros de altura, dejan sin ánimo de dudas la razón de bautizar el lugar como Janelão. La luz cae de forma plácida y oblicua sobre el espacio entre los portales, un piso de arena rojiza por donde corren las aguas del río Peruaçu.

El nombre Peruaçu quiere decir más o menos "agujero grande". Nada más apropiado para describir a este tipo de paisaje, que los geólogos llaman carsto cuya formación puede haberse originado hace entre 542 y 2.500 millones de años.

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

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