'No pude ni darle un beso a mi hijo', dice la madre de un joven asesinado por milicianos en Río

Adriel Bastos, de 24 años, fue torturado y asesinado porque estaba en compañía de una persona sospechosa de robo

Rio de Janeiro

En el séptimo día de la desaparición de Adriel Andrade Bastos, de 24 años, su madre empezó a rezar en las orillas del río Capenga, en la Baixada Fluminense. "Agua, devuelve a mi hijo. Haz que suba", decía Andreia Bastos, de 49 años. Días después, el cuerpo emergió.

El río es uno de los afluentes del Guandu, que abastece la ciudad de Río de Janeiro. Según las investigaciones, ambos son utilizados por milicianos para deshacerse de los cuerpos, exactamente lo que sucedió con Adriel, que fue torturado y asesinado en agosto de 2022.

Rio de Janeiro (RJ), 03/08/2023. Flávia Andressa Andrade, 28 años, hermana de Adriel Andrade Bastos. Foto:Tércio Teixeira/Folhapress.(***ESPECIAL***)

Andreia pide al gobierno que brinde protección a los hijos de las personas que han sido víctimas de este sistema que está dominando Río de Janeiro. Es un sistema que está matando a las personas, dejando huérfanos a los hijos y a las familias sin sus seres queridos y madres sin sus hijos. "Se ha convertido en una matanza", asegura Andreia.

Según la investigación de la Policía Civil, los paramilitares sacaron al joven y a tres amigos de un coche de aplicación en Nova Iguaçu, una ciudad de la región metropolitana de Río. El grupo iba de compras al centro comercial para comprar una bicicleta para la hija de Adriel, de dos años. El vehículo fue interceptado por hombres enmascarados y armados con fusiles durante el día, frente a un bar lleno.

Andreia llevó a cabo su propia investigación para tratar de entender por qué mataron a su hijo. Adriel vivía solo y, en la víspera del secuestro, recibió a un grupo de amigos en su piso. Según la madre, uno de esos jóvenes habría cometido un robo, algo que Adriel desconocía. El delito fue denunciado ante los milicianos que actúan en la zona, quienes decidieron matar a todos el grupo.

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