En la recta final de su primer año de mandato, el presidente Lula (PT) mantuvo estable su índice de popularidad. El petista cierra el año 2023 con un 38% de aprobación entre los brasileños, mientras que el 30% considera su trabajo como regular, y el mismo porcentaje lo califica como malo o pésimo.
Los datos se desprenden de la cuarta encuesta de Datafolha sobre la aceptación del presidente, que entrevistó a 2.004 votantes en 135 ciudades de Brasil el martes (5). El margen de error promedio es de dos puntos más o menos.
Los números se mostraron prácticamente iguales a lo largo de las cuatro mediciones durante el mandato. La única variación significativa ocurrió entre junio y septiembre, cuando la desaprobación aumentó del 27% al 31%.
El perfil de aprobación es bastante homogéneo: es mejor evaluado entre los nordestinos (48%) y aquellos con menor nivel educativo (50%).
En la misma línea, su desaprobación sube al 39% entre el 22% con educación superior y el 15% que reside en el Sur. El índice más alto se observa en el 4% más rico: el 47% de las personas que ganan más de 10 salarios mínimos mensuales ven a Lula como malo o pésimo.