Una vida dedicada a la mayor milicia de Río de Janeiro no dejó en el hombre que usa el apodo de Mister M sentimientos como remordimiento o culpa.
Condenado a unos diez años de prisión por formar parte de la Liga de la Justicia, narra con naturalidad cómo el grupo creció y se consolidó mediante la violencia y la corrupción. Su único arrepentimiento, según le dice a Folha, es no "haberse vuelto más rico". Bajo el nombre homenaje al equipo de superhéroes de la DC, el grupo criminal se formó a principios de los años 2000 en Campo Grande, uno de los barrios más poblados de la zona oeste de Río de Janeiro, y pronto se estableció como la mayor organización paramilitar de la ciudad.
El ex-paramilitar dice que nunca ha matado. Al preguntarle si siente arrepentimiento, afirma que "hubiera querido meter más las manos en la masa y haberse vuelto más rico".
Hoy, en libertad, asegura que ya no forma parte del grupo. Sin embargo, no pierde el hábito miliciano de infundir miedo. Con miedo de ser identificado y asesinado, le agarra la mano a la periodista. Finge entonces encender un encendedor en la punta de un bolígrafo y luego lo coloca debajo de una de las uñas de la reportera. "Alguien podría cogerte, poner este bolígrafo con la punta caliente debajo de tu uña. Dirás mi nombre. A la menor tortura", dice. "Si te cogen, ve, porque en el maletero es malo", añade. Al preguntarle si ya ha pasado por esa experiencia, dice que sí, pero que fue un "malentendido de la firma", como él llama a la organización.