Tensión con poder

En un seminario interno, Folha discute periodismo bajo el gobierno Bolsonaro

Ilustração Carvall

Ilustração Carvall Carvall

Paula Cesarino Costa
São Paulo

​¿Qué podrá haber en común entre el futuro gobierno Jair Bolsonaro y la gestión de Fernando Collor de Mello (1990-1992)? ¿Cuáles son las similitudes y las diferencias entre el electo brasileño y el actual presidente estadounidense Donald Trump?

Teniendo como telón de fondo estas dos cuestiones, Folha realizó esta semana dos encuentros para debatir la cobertura del gobierno de Bolsonaro.

Es una tradición de Folha, desde los años 1980, promover seminarios internos tanto para discutir las prioridades y los desafíos del año como para debatir temas más amplios y teóricos del periodismo.

El punto de partida fue la exhibición de la serie documental "The Fourth Estate ("El cuarto poder ", 2018), de la premiada directora Liz Garbus, que fue testigo de la rutina de la redacción del diario estadounidense The New York Times en los primeros 16 meses del gobierno Trump.

Con un excepcional acceso a los periodistas y debates internos del NYT, la serie de más de cuatro horas es un relato competente y diligente sobre la construcción de la noticia, aunque no siempre consigue ser profunda, cuestionadora y reveladora, como se presenta.

La exhibición, dijo el editor ejecutivo Sérgio Dávila, se debió a las semejanzas posibles de los métodos de Trump y de Bolsonaro de relacionarse con la prensa, además de coincidencias del cuadro político: ascenso de una fuerza política nueva, con la que los periodistas están poco familiarizados, y la actitud hostil del núcleo duro de esta fuerza hacia el periodismo profesional.

La cita al gobierno Collor es una referencia a un período conflictivo, turbulento, pero periodísticamente rico para  Folha. Desde la campaña presidencial de 1989, fue el periódico que llevó a cabo la cobertura más crítica  a Collor, revelando, por ejemplo, sus relaciones con industriales, desmitificando el aura del cazador de marajás y desglosando cuentas y contratos. La reacción del gobierno Collor fue violenta, con la Policía Federal habiendo invadido el edificio de Folha y el gobierno interponiendo diversas denuncias contra el periódico y sus periodistas.

El presidente electo también da señales de tomar este camino de confrontación. Después de reportajes incómodos, como la existencia de una funcionaria fantasma en su gabinete de diputado y el uso de herramientas ilegales en la campaña electoral (por ejemplo, el disparo masivo de mensajes), Bolsonaro atacó a Folha en diversas ocasiones, predicó su extinción y amenazó públicamente tomar represalias. Momentos como estos exigen tenacidad y templanza por parte de la Redacción.

En el seminario, Dávila dejó clara la línea general que el diario persigue: "Folha no hace ni hará oposición al gobierno de Bolsonaro, porque no hace oposición a ningún gobierno. Es apartidista. Informaremos lo que sea positivo y negativo en el nuevo gobierno con igual destaque. Seremos críticos, pero también pluralistas, seremos investigativos, pero también propositivos".

Una característica de Bolsonaro y del equipo que formó es la presencia de neófitos en la política, en la administración pública y / o en los medios. Su elección fue conquistada fuera de los medios tradicionales: sin asesores de marketing  o publicistas, casi nada de tiempo en televisión y comunicación directa con los electores vía redes sociales.

En cuanto a la relación con los periodistas, en general, los bolsonarios dispensan mediadores, como asesores de prensa o portavoces profesionales.

A pesar de la tentación de mostrar similitudes entre el período Collor y el de Bolsonaro, mi impresión es que la sociedad ha cambiado tanto en casi 30 años que las diferencias se vuelven tan marcadas que impiden una comparación adecuada. El mundo de la comunicación electrónica y de la información en tiempo real e instantáneo hace prehistórico un período en que la red mundial era restringida y los teléfonos eran excepciones.

La victoria de Bolsonaro, es un hecho, aleja del poder a una elite paulista que habitó el Planalto por más de dos décadas. El periódico tendrá que descubrir cómo ir más allá de la intelectualidad que orbita Folha, vinculada tanto al PSDB como al PT. Será necesario descubrir y comprender cómo piensan y cómo actúan los nuevos inquilinos del Planalto y quién los inspira.

Los periodistas tendrán que renovar fuentes, cambiar formas de investigación, tomar cuidado con ideas preconcebidas. Como ejemplo, puedo mencionar la relación con dos grupos que, distantes del periódico y de los periodistas, tendrán fuerza en el futuro gobierno: evangélicos y militares.

En resumen, Folha debe reforzar sus parámetros para mantenerse firme en la práctica del periodismo crítico, plural y apartidista. En una carta abierta a Collor que marcó el ápice de la tensión con el poder en 1991: "Los gobiernos son tragados por el torbellino del tiempo, pero, el periódico, mientras cultive su compromiso con el derecho de los lectores a la verdad, continuará ejerciendo su papel de oxigenar la vida pública”.

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

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