Lula termina como gran perdedor de las elecciones en Brasil; Temer ocupa el segundo lugar

PT perdió tiempo y no parecía viable comandar desde la cárcel lo que pasaba fuera de ella

Fernando Canzian
São Paulo

Las curvas finales de acercamiento entre Jair Bolsonaro y Fernando Haddad en la última semana de la disputa electoral muestran que tal vez le faltó tiempo al petista para llegar a ser mucho más competitivo de lo que fue.

En poco más de dos semanas la diferencia entre los dos pasó de 18 puntos en las encuestas electorales a diez en el resultado de las urnas. Fue muy rápida e intensa la ascensión de Haddad, en detrimento directo del adversario.

Pero mientras Bolsonaro llevaba a cabo una campaña sistemática desde hace dos años, Haddad sólo adquirió fuerza al final, habiendo entrado tarde en la disputa, en un fatídico 11 de septiembre, por la insistencia del ex presidente Lula de mantenerse en el terreno electoral, aun sabiendo que eso era imposible.

Haddad perdió un tiempo precioso, como mostró su vigor la semana pasada, cuando movilizó a miles de personas en varios estados, animando a la militancia, capturando indecisos y convirtiendo votos de escépticos.

La estrategia de Lula no resultó. Él sigue condenado y preso, y probablemente sufrirá un nuevo castigo por la finca de Atibaia, lo que mantendrá al presidente mejor valorado de la historia de Brasil por mucho tiempo detrás de las rejas.

Pero fue justamente llevando el lulismo al límite como Lula mató las posibilidades del partido de romper la antipatía del electorado hacia el PT con un candidato más tolerable como Haddad.

Antes, Lula ya había triturado a Ciro Gomes y su disposición, compartida por el propio Haddad, de unir un frente que podría tener posibilidades de movilizar no sólo a la izquierda, sino a electores y hasta otros candidatos de centro.

Haddad también perdió por méritos propios: terminó la primera vuelta con Dilma Rousseff en Minas y comenzó el segundo con Lula en Curitiba. Se tardó en entender que llovía en el mojado.

Tampoco dijo nada a los votantes del centro preocupados por una repetición de Dilma 2 en la economía. Y más él, que entregó el Ayuntamiento en orden e intentó reformar el sistema de pensiones de los funcionarios municipales.

Al final, prometía congelar el precio del gas, hacer un reajuste del programa Bolsa Familia un 20% y aumentar el salario mínimo y jubilaciones sin decir de dónde vendría el dinero.

Si Haddad o Ciro / Haddad podrían haber vencido o no, nunca lo sabremos, y es más fácil hacer análisis inteligentes sobre el pasado.

Pero jamás pareció viable que Lula pudiera, desde la cárcel y sin posibilidades de salir de allí, comandar lo que pasaba entre los que estaban afuera.

En el rol de perdedores, Michel Temer parece ocupar el segundo lugar.

Después de patrocinar el impeachment y su "dream team" estabilizar la economía, las cosas no fueron más allá porque el presidente acabó enredado en sus propios escándalos.

Al final, podrá tener más en común con Lula que el simple hecho de haber sido ex presidente de la República.

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

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