Los casi cuatro años de Jair Bolsonaro (PL) en la presidencia han puesto en jaque a las instituciones del país, en la mayor prueba de estrés que ha superado la democracia brasileña. También pusieron bajo escrutinio el periodismo apartidista, piedra angular de este diario.
Mientras el país se prepara para celebrar sus elecciones, Folha sigue convencida de que la imparcialidad es la mejor manera de hacer un periodismo crítico, imparcial e independiente, el más útil para el público.
Este domingo (30) los votantes brasileños tienen frente a ellos dos opciones muy diferentes.
De ser elegido Bolsonaro, el voto recaerá sobre el político que ha dejado de lado responsabilidades de gobierno para dedicarse a su tiránico proyecto de eliminar límites al poder presidencial.
Lo que está en juego no son sólo los próximos cuatro años. Son casi cuatro décadas de pleno ejercicio de la democracia en Brasil, ejemplares en cualquier parte del mundo. Es este logro fundamental de la sociedad el que está amenazado por el proyecto cesarista de Bolsonaro.
Atacó al Poder Judicial y, en especial, al Supremo Tribunal Federal siempre que pudo. Puso a sus pies a la Fiscalía General. Trató de desacreditar el sistema electoral seguro y sus urnas electrónicas, reconocidas mundialmente.
Nombró un número récord de soldados para puestos gubernamentales. El caso más dolorosamente incompetente es el del general encargado de la sanidad pública durante la pandemia. Desacreditó y retrasó la vacuna en la mayor crisis sanitaria que ha golpeado al mundo en generaciones.
Con su programa de costumbres oscurantistas acribilló el consenso de la Ilustración, en su loco esfuerzo por convertir la civilidad en barbarie. Justificó la tortura. Armó a la población por decreto y afrentó el Estado de Derecho, a la mujer, el laicismo, las minorías y la prensa independiente.
Estimuló la deforestación de la Amazonía e ignoró la agenda ambiental y climática, convirtiendo al país en un paria internacional.
Si la mayoría prefiere a Luiz Inácio Lula da Silva, el electo será un político que, en su paso por el Planalto, dejó logros y también manchas, particularmente en los escabrosos casos de corrupción descubiertos en sus gobiernos. A lo largo de su carrera, ha mostrado reiteradamente respeto por el juego democrático.
En esta campaña, el PT no dejó claros sus planes en el campo vital de la economía. No indicó si pretende reeditar la gestión responsable que marcó su primer mandato o el estatismo derrochador que culminó en el desastre social de Dilma Rousseff.
Cualquiera que sea la elección de los votantes, Folha se compromete a brindar una cobertura crítica del próximo gobierno. Y cuidar la democracia.
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA