Folha, objeto de ataques a sus 99 años

Bolsonaro reincide en su ofensiva contra el periodismo; El mandatario pone en el punto de mira el edificio constitucional

Editorial

Al completar 99 años de su fundación, Folha vuelve a ser atacada por un Presidente de la República. Jair Bolsonaro incita a las falanges gubernamentales contra el periódico y sus profesionales, pero su objetivo final no es un medio de comunicación ni la prensa profesional. Carga contra la construcción constitucional de la democracia brasileña.

Hace ya tiempo se perdió la esperanza de que la ascensión del diputado a la suprema magistratura podría prestar los hábitos para el buen ejercicio del cargo. No obstante, es la Presidencia la que está siendo contaminada por los modos incivilizados, la ignorancia arraigada, el machismo abyecto y el espíritu de facción que han llegado de la mano de su ocupante temporal.

El jefe de Estado se comporta como el líder de una manada. Sus matones avanzan contra la reputación de quienes se oponen a la aventura autoritaria. Los presidentes de la Cámara de los Diputados y el Senado, los magistrados del Tribunal Supremo Federal, los gobernadores estatales, los periodistas y las asociaciones de medios se han convertido en víctimas constantes de insultos y amenazas.

La ofensiva cuenta con un método. Los actores agredidos forman parte del aparato que impide que el veneno del despotismo penetre en el cuerpo institucional. Bolsonaro no tiene fuerza en el Congreso. Ni siquiera en un partido. Es testigo de la reducción de las prerrogativas de la Presidencia, y ahora incluso corre el riesgo de perder lo poco que ostenta del mando presupuestario.

Opta por la táctica de tratar de socavar los sistemas de control y equilibrio. Favorece a los militares con fondos, reglas y cargos, y el ejemplo federal estimula el apetito de la policía en los estados brasileños. Los gobernadores están expuestos a la bravuconería presidencial cuando el tema es el precio del combustible y ante las exigencias de los camioneros.

Pistoleros digitales, paramilitares y una parte de los militares conforman el contingente de ensueño del mandatario para compensar su insignificancia, satisfacer su ambición cesarista y desafiar la robustez del Estado Democrático y de Derecho.

No ha logrado corroer su fortaleza, pero las embestidas serán más frecuentes e incisivas ante una titubeante respuesta de las instituciones. La democracia es el régimen de responsabilidad, lo que implica la necesidad de castigar a la autoridad que se desvía del camino de la Ley.

Defender recurrir a un acto que cerró el Congreso Nacional, como lo hizo el diputado Eduardo Bolsonaro al invocar el AI-5 [El Acto Institucional-5 fue el quinto de una serie de autos emitidos por la Dictadura Militar brasileña]*, no debe considerarse un error menor por parte de colegas que lo juzgarán en el Consejo de Ética.

Las inmunidades para el ejercicio de la política no fueron diseñadas para que los agentes puedan difamar, insultar y calumniar a los ciudadanos sin poder, como está sucediendo. La dignidad, el honor y el decoro son requisitos legales para el servicio civil. El presidente que les falta el respeto comete un delito de responsabilidad.

Al iniciar su centésimo año, Folha está convencida de que el juego sucio encontrará la respuesta de las instituciones democráticas. Estas, al igual que el periodismo, tienen una vocación a largo plazo. Jair Bolsonaro, no.

*El AI-5daba poderes extraordinarios al Presidente de la República y suspendía varias garantías constitucionales.

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

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