Folha, 100

El periódico será relevante en un nuevo siglo si respeta el derecho a la información del lector

Esta Folha completa este viernes (19) 100 años de existencia. En cualquier actividad, pocas organizaciones, públicas o privadas, llegan a tanto. Menos aún aquellas dedicadas al periodismo profesional, en su vertiente crítica.

La celebración es espartana, por el momento y la práctica interna.

Obviamente, el periódico no es el mismo de 1921, cuando surgió como un contrapunto moderno e inquieto a los diarios de la élite de la época. Este rasgo acabó definiendo su ADN y su “espíritu de inmigrante”, poco después.

Fue a partir de finales de la década de 1970 y durante la década siguiente que Folha ganó relevancia nacional, primero abriendo sus páginas al debate público, luego con la campaña por las elecciones directas. Son de aquella época, las pautas que aún hoy guían su ejercicio y su relación con el público.

Su compromiso básico, como sabrá la mayoría de los lectores habituales, es con el periodismo no partidista, crítico y pluralista. No se trata de un conjunto estricto de principios; al contrario, la persecución de estos objetivos siempre impone reflexiones y reorienta la práctica cotidiana.

El no partidismo implica el distanciamiento de las fuerzas políticas, lo que permite un escrutinio independiente del poder en todas sus formas e instancias. Difícilmente un medio de comunicación impulsado por preferencias políticas e ideológicas podría sacar a relucir hechos impactantes a los que gobiernos tan diferentes como los del PSDB, PT y el actual presidente hubiera gustado mantener ocultos.

Al expresar sus puntos de vista, únicamente en la sección de editoriales, el diario abraza la defensa de las ideas, nunca la de candidatos o asociaciones. Estas opiniones están sujetas a ser reforzadas periódicamente con nuevos datos y argumentos, o incluso reformados con transparencia obligatoria.

Es sabido que el periódico comete fallos y no pretende imponer certezas, esto es lo que mueve su pluralismo. Sus páginas permanecerán abiertas a manifestaciones de todos los sectores representativos de la sociedad y a diferentes versiones e interpretaciones de los hechos, sin abandonar la tarea de buscar el relato más fidedigno posible, presentado de manera atractiva en cualquier plataforma.

La atmósfera crítica y la urgencia que conlleva la producción de la noticia requieren compensación para que se corrijan excesos, injusticias y errores. Folha es el único de los grandes medios brasileños que mantiene un profesional a cargo de la supervisión de sí mismo. La rectificación de la información es diaria, explícita y obligatoria.

En un microcosmo, el periódico refleja los mecanismos de gestión más exitosos jamás concebidos por la humanidad, el Estado Democrático de Derecho. Debido a que los individuos se mueven en parte por pasiones e intereses, deben crearse instituciones armoniosas e independientes que, con su injerencia, eviten la tiranía y faciliten el progreso inclusivo de toda la comunidad nacional.

Folha no cree que el desarrollo material y espiritual de la sociedad brasileña sea posible fuera del marco de la democracia representativa. La pobreza y la desigualdad se reducirán a medida que más sectores de la población tengan acceso a oportunidades, ya sea en la economía o en la política.

Es necesario desconcentrar el poder y diluir las oligarquías, algo que no se logrará sin la supervisión de los Poderes instituidos sobre el Ejecutivo, en el sector público, ni la vigilancia del periodismo profesional, en la sociedad civil.

El periódico también aboga, siguiendo el consenso de la Ilustración, por la defensa de las libertades individuales y de las minorías, la diversidad en su forma más amplia y la soberanía de la ciencia sobre el oscurantismo.

Por primera vez bajo la Constitución de 1988, medios como Folha se enfrentan a un rival del régimen en la Presidencia de la República, un adorador de autócratas y torturadores.

Los deseos de destrucción de la prensa independiente que muchas veces se escapan de la boca del presidente son manifestaciones de un retroceso más profundo, frente a los lazos que le impiden llevar el cetro y la corona o el uniforme.

La ventaja de un periódico centenario en este momento es vislumbrar la perspectiva de la historia. La energía gastada para preservar las libertades adquiridas con tanto esfuerzo no será en vano. Las ansiedades serán superadas y la marcha de las conquistas civilizadoras se reanudará tarde o temprano.

Los líderes del despotismo se quedarán en el camino, apagados por la niebla del tiempo. La causa de Folha es más grande y más fuerte. El diario seguirá contribuyendo a la aventura del desarrollo justo, democrático y solidario de Brasil durante los próximos cien años, siempre que mantenga el compromiso con el derecho a la información de Su Excelencia, el lector.

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

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