A prueba de golpes

El país de dimensiones continentales, miles de municipios e inmensa población, logró, con tecnología propia, organizar comicios seguros con resultados rápidamente reconocidos

En 1996, cuando se empezaron a utilizar las urnas electrónicas en los principales colegios electorales, hubo preocupación por las dificultades que pudieran tener los votantes en el manejo de la innovación. Los temores resultaron ser exagerados, ya que hubo pocos problemas técnicos en esa primera experiencia.

"El voto electrónico, al dificultar el fraude y acelerar el conteo, es una excelente contribución a la democracia, a pesar de las pequeñas fallas", señaló Folha en aquel momento.

En las elecciones municipales del año 2000, cuando se empezaron a utilizar las máquinas de votación en todo el territorio nacional, quedó patente el éxito y la importancia del sistema. "Es notable la evolución lograda por la Justicia Electoral en cuanto a la organización del voto en Brasil", escribió este diario.

El país de dimensiones continentales, miles de municipios e inmensa población, logró, con tecnología propia, organizar comicios seguros con resultados rápidamente conocidos y reconocidos, que contribuyeron al período de estabilidad democrática más largo de su historia.

A lo largo de más de dos décadas y 13 años electorales no se ha registrado nada que pueda sustentar las sospechas que Jair Bolsonaro (PL) arroja, de forma interesada e irresponsable, sobre las urnas. Durante el período, él mismo ganó cinco mandatos como diputado federal y uno como presidente de la República —no fue derrotado, cabe señalar, en la votación computarizada—.

La alternancia de poder se ha observado en todos los niveles de gobierno, lo que desmoraliza las tesis conspirativas de favoritismo. Los terminales digitales recogieron tanto el ascenso del PT en la década de 2000 como la ola derechista y antipolítica de 2018.

Ayer y hoy, las cifras obtenidas muestran una adhesión constante a las encuestas de intención de voto realizadas por institutos independientes.

Datafolha, por cierto, señala que el 82% de los brasileños habilitados para votar hoy declaran que confían en las máquinas de votación electrónicas, un crecimiento significativo en comparación con el 69% en diciembre de 2020; la proporción de los que no confían se redujo del 29% al 17%. Está elocuentemente demostrado que Bolsonaro predica en el vacío.

O, en el mejor de los casos, crispa el ánimo de unos pocos dispuestos a participar en sus juicios golpistas, que alternan la intimidación y la retirada mientras el riesgo de derrota en octubre sigue siendo alto.

Es una estúpida ofensiva contra un valioso logro nacional y, en definitiva, contra todos los votantes y representantes electos del país.

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

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