La envergadura del periódico

PAULA CESARINO COSTA

Por más que la circulación de los periódicos impresos esté disminuyendo y no pare de crecer el acceso a través de medios digitales, el prestigio y la identificación del lector todavía están vinculados al papel. Hace sólo tres meses que Folha implantó su última reforma gráfica y suscriptores desde hace décadas (entre ellos, yo) admiten que todavía se están adaptando a la nueva propuesta.

Es un hecho que muchos lectores han olvidado cómo era el periódico antes de la reforma. Otros, sin embargo, continúan enviando mensajes, molestos con las variadas opciones de diseño de las páginas que dificultan la lectura.

En su presentación a los lectores, el periódico informaba que reportajes, páginas y suplementos asumirían una nueva lógica y orden. "El texto, la imagen y la infografía pasan a ser editados con su debida importancia. Importancia, por cierto, que a menudo sólo el producto impreso -con su orden lógico, su placer táctil y su comodidad- puede proporcionar". En vídeo exaltaba que el nuevo proyecto gráfico tiene más flexibilidad y aprovecha lo que el periódico impreso tiene mejor, el gran formato.

Con frecuencia se ha recurrido a un tipo de disposición de temas en la página, aquel en el que foto y texto se filtran de una página a otra. Esta opción parte de la premisa de que la lectura se hace con las dos páginas abiertas, algo posible (pero no corriente) en el periódico impreso y raro si se toma en consideración la experiencia de la edición digitalizada.

Una lectora describió al ombudsman lo que parece que pasa por la cabeza de los autores del actual proyecto gráfico de Folha: "desde hace algunas semanas, Folha presenta gráficos y fotos centralizados en páginas dobles. Para verlos es necesario tener una envergadura (siento el término aeronáutico) de 65 cm... ¿quién lee el periódico de esta forma? Sólo sobre una mesa, lo habitual es estar sentado en un sillón, leyendo el periódico doblado en una hoja simple".

El lector Eduardo Navarro reclamó tras "varios artículos y reportajes sin finalización". Él ejemplificó con un texto publicado el 11 de julio. Éste empezaba al final de un reportaje principal editado en la página A10 y continuaba en la página A11, sin que hubiera un aviso en este sentido. Quien leía sólo el fragmento en la primera página creía que el texto estaba incompleto.

Una tercera queja hizo una lectura aún más preocupante. El sábado 8 de julio, al echarle un vistazo a la página A8, creyó que un integrante de la ONG Doctores de la Alegría estaba involucrado en irregularidades en el sector de Sanidad de Río. La imagen estaba al lado de texto cuyo título decía: "Exsecretario de Sanidad implica a empresarios" (en desvíos). Al girar la página percibió que el reportaje sobre la foto de la página A8 estaba en la página A9, en la que se decía que el líder de los Doctores de la Alegría tiene planes electorales.

La sección de Imagen, Thea Severino, explica que el diseño gráfico se asemeja a una caja de herramientas utilizada por la Redacción diariamente. "Hay buenos y malos ejemplos de uso de esas herramientas, así como existen infográficos buenos y malos, columnas divertidas y otras sin tema, fotos espectaculares y protocolares."

El objetivo final, concluye, es que el periódico sea siempre lo más informativo y didáctico posible, además de estéticamente bueno.

Al comentar la opción de la maquetación en página doble, dice: "Creemos que el formato contiene diferentes maneras de leer Folha. El lector del periódico impreso abre la doble y puede ver las dos páginas juntas, antes de doblarlas en el formato que le sea más cómodo.

Sobre la continuación de los textos en páginas siguientes, propone el ejercicio de comparar la lectura de un periódico a la de un libro. "Las páginas no empiezan ni terminan en sí mismas (con excepción, por supuesto, de las primeras y últimas de cada publicación) y el lector no se pierde, es una cuestión de costumbre. Cuando hay posibilidad de perderse, como una continuación en una página alternativa, el proyecto prevé una señalización clara para ello (continúa en la página XX).

La comparación con la lectura de un libro me parece descabellada porque son experiencias absolutamente distintas.

La forma de organización de los textos en páginas dobles dificulta la vida del lector, desorganiza la lectura, permite impresiones equivocadas y da la sensación de problemas de acabado.

No tengo ninguna duda de las ventajas de este tipo de edición. Permite la publicación de páginas de impacto y atractivas, pero tal uso debe ser hecho con parsimonia y, principalmente, criterio.

Es sabido que hay un movimiento natural de lectura, que puede ser alterado desde que se señale claramente cuál es el camino a seguir. De preferencia sin complicaciones. El parámetro debe ser simplificar y facilitar la vida del lector, previendo dificultades y necesidades. Y no exigir de él que tenga la envergadura de un tamanduá para comprender las páginas.

Traducido por AZAHARA MARTÍN

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