La economía, Lula

El candidato opositor a la Presidencia está obligado a decir lo que quiere cambiar o preservar

El todavía líder de una carrera presidencial que se ha vuelto más feroz y compleja, Luiz Inácio Lula da Silva (PT) insiste en la arrogancia de apoyar su candidatura electoral solo con el amplio rechazo popular que despierta su oponente y titular, Jair Bolsonaro (PL).

El expresidente parece esperar que el regreso al Planalto se dé por la mera gravedad, o por el reconocimiento de logros pasados. O porque los votantes no tienen nada más que perder y están inclinados a respaldar cualquier alternativa al panorama actual.

Los resultados de la primera vuelta debieron ser suficientes para que Lula se bajara de ese pedestal. Millones de votos demostraron que quienes están dispuestos a reincorporar a Bolsonaro y sus aliados –o evitar un nuevo mandato del petista– están lejos de limitarse a la minoría que comparte tesis autoritarias y delirios conspirativos.

CAMPINAS, SP, 08.10.2022: PODER - Luiz Inácio Lula da Silva en un mitin. (Foto: Mathilde Missioneiro/Folhapress) - Folhapress

Pese a las dificultades, el escenario económico, decisivo en cualquier elección, no corresponde a un escenario de tierra arrasada. El crecimiento del optimismo sobre el futuro inmediato, cabe recordar, ya lo detectó Datafolha antes de que abrieran las urnas.

Se ha comenzado a contener la inflación que aqueja a pobres y acomodados. El empleo avanza con fuerza este año. Los trabajadores que han obtenido empleo y los empresarios que han contratado quieren saber qué les espera.

Es un agravio, por tanto, que Lula mantenga la opacidad respecto a sus planes y nombres para el manejo de la economía -además de un error estratégico que le pudo haber costado la victoria en la primera vuelta-.

Es fundamental explicar cómo mantener la recuperación de la actividad y buscar el equilibrio presupuestario, requisitos para el sostenimiento de las políticas sociales.

En la búsqueda de votos de centro y derecha, además del apoyo de los creadores del Plan Real y otros economistas de renombre, Lula necesita desvincularse de viejas doctrinas estatistas que, junto a la corrupción, empañaron el legado de las administraciones del PT.

Las promesas de más gasto público e intervencionismo ciertamente pueden complacer a los ideólogos y activistas de los partidos, pero ahuyentan a los estratos que tienen los ojos puestos en la libertad económica, el espíritu empresarial y la contención fiscal. Ya es hora de reconocer que la agenda liberal de los últimos años ha aportado avances duraderos.

En su primera campaña exitosa al Planalto, hace dos décadas, el PT acertó al asumir, en una carta pública, un compromiso de responsabilidad fiscal y respeto a los contratos.

La relativa calma financiera ahora no exime a Lula de presentar sus planes y las personas que se encargarán de llevarlos adelante. Por el contrario, es el candidato de la oposición el que está obligado a decir lo que pretende cambiar o preservar en la economía.

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

Lea el artículo original